Confucio decía “donde hay justicia, no hay pobreza”. Uno piensa, donde hay miseria, entonces ¿qué hay?
Era de mañana y finalmente había dejado de llover después de varios días de torrenciales aguaceros. El primer rayo de luz de la mañana entra por la ventana e ilumina la estufa y una vieja jarra de barro con café casi quemado. Al lado, un televisor blanco y negro que sintoniza el noticiero. Un hombre se encuentra sentado en una vieja silla de madera y mimbre frente al televisor, sin embargo no la está viendo. Su mirada perdida en el horizonte.
La imagen no es del todo clara por las anticuadas y dobladas antenas de conejo. Con mucha estática apenas se escucha la crónica del comentarista de noticias. A diferencia de su acostumbrado traje obscuro y la impecable corbata de todas las mañanas dignos de una portada de revista de moda, se presenta con un impermeable en un lugar que parece ser alguna sierra alejada o selva tropical. Se le ve nervioso y no articula con facilidad las frases que cotidianamente domina en el estudio.
“Los cuerpos de otras cinco personas fueron hallados durante las labores de rescate de esta madrugada como consecuencia del desgaje del cerro, ocasionado por las intensas lluvias de los anteriores días”- notifica el periodista. En el fondo pueden distinguirse militares quitando un espeso y pegajoso lodo. Un helicóptero sobrevuela la zona, pero para desgracia de los habitantes del pueblo, éste pertenece a la cadena televisiva y no hará ningún rescate o maniobra de ayuda. Solamente periodismo de altura.
El gobernador del estado, decide dar una conferencia de prensa. Ya han pasado cinco días del deslave y es la primera vez que alguien da la cara in situm, y eso que es año electoral.
-“La impredecible fuerza de la naturaleza ha golpeado colosalmente esta zona del país. Muchos de los habitantes lograron salir de las zonas de alto riesgo antes de las crecidas del río y del desgajamiento del cerro, sin embargo algunos quedaron atrapados o sepultados. Imposible predecir donde, cómo y con que fuerza golpeará la naturaleza y en ocasiones pagamos con pérdidas materiales esa incertidumbre. En otras, lamentablemente con vidas humanas y estas son las que más duelen y las que más nos preocupan. A esta comunidad indígena la sacaremos adelante con el esfuerzo de todos” – apunta el gobernador. “El saldo ya suma 17 víctimas fatales, por fortuna no son más. ¿Preguntas…?”. Se desatan una serie de preguntas de los periodistas, pero se destaca la del experimentado informador.
-“Señor gobernador, ¿qué opinión le merecen las acusaciones que aparecieron el día de ayer en el periódico sobre los temas de corresponsabilidad de su administración en este desgracia por en materia de corrupción y desvío de fondos correspondientes a esta carretera?”- le pregunta el reportero.
-“No puede tener ni confiabilidad ni buena reputación una columna escrita por alguien que no tiene el valor de firmarlo con su nombre. Detrás de esa pluma bien podría estar alguien que escribe también en una revista sensacionalista de espectáculos, un adversario político que busque mancharme o un grupo de niños de 12 años. La credibilidad de esta columna es totalmente cuestionable.” –responde el gobernador mientras se limpia el sudor de la frente con un pañuelo de seda.
-“Los fundamentos parecen ser claros, precisos, lógicos y sobre todo, siempre acertados… bien sustentados.” –responde el periodista. El secretario particular del gobernador lo saca del sitio abriendo camino. –“No más preguntas…”
Por un error en el manejo de la conferencia de prensa por parte del secretario particular, unos segundos antes de que las cámaras corten se escucha a micrófono abierto comentarle a su secretario –“…esta pendejada me va a costar mucho, a ver si encuentras una forma ‘elegante’ de salir antes de que termine la semana.”
En ese preciso momento, el hombre despierta de su semi inconsciencia con un sobresalto, dándose cuenta de donde está. Notablemente exaltado toma las llaves de un auto y sale de la casa dejando el televisor prendido.
Derechos Reservados© Rodrigo Llop 2010
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