El senador Macario Simón sale del restaurante Los Girasoles en la calle de Xicoténcatl en el centro de la Ciudad de México acompañado de Calixto su secretario particular. Se dirigen al bolero mientras muerde desagradablemente un palillo. Se sube a la enorme silla roja y se apodera de ella como si fuera un trono. Mira al horizonte.
Macario, un tipo gordo, irritable, moreno y libidinoso. Sus pocos amigos le dicen el Ristretto por tostado, amargo, espeso y caliente. Siempre con joyas. Un reloj de oro en la mano izquierda herencia de su abuelo, tiene tres inscripciones en la parte posterior, la fecha en que su abuelo fue gobernador, la fecha en la que su padre fue gobernador y la fecha en la que él fue gobernador de un estado del norte del país. Será el regalo de graduación a su hijo para que busque también la gobernatura. Usa un par de anillos: uno de casado y el otro es uno enorme de oro con una piedra morada en el meñique. Lo llama el anillo de París. Todos creen que lo compró allá, pero en realidad es porque lo levanta cuando toma su Coñac con Coca Cola. En realidad debería llamarlo el anillo de Cuba, porque lo que verdaderamente disfruta es su Presidente con Coca cuando está solo. Usa una cruz a pesar de que no es muy creyente, va a misa solo por si acaso algún día se las tiene que ver con El Señor y se codea con el cardenal por interés y por estar más cerca del apetitoso poder de la Iglesia. Bigote perfectamente bien cortado muy parecido al de Mauricio Garcés; algunas canas. No usa otra cosa más que zapatos y trajes italianos porque los “del país” le sacan ampollas y ronchas. Sus horribles corbatas delatan su pésimo gusto y su código postal.
El bolero hace rechinar sus zapatos con su grasienta franela. Macario Simón abre el periódico y comienza a leer. Está metido en una página en particular. Es una columna llamada ‘El Informe Madelman’. Mientras lee, hace muecas mueve la cabeza descalificando el texto, exhala molesto, truena la boca y se pone rojo. Su celular timbra y molesto lo contesta.
-“No, esa lana va al sindicato. La otra es pa’la Iglesia. El cardenal quiere promover su santuario y esto es una ayudita.” –contesta mientras espera respuesta. –“No estamos lavando lana, estamos lavando el alma pendejo… Las dos las esperan hoy. No la vayas a cagar”.
El bolero le da un ligero golpe en la planta del pie derecho exclamando –“ya terminamos, Senador”.
–“¿Cuánto te debo Paco?”
–“No’más los veinte pesitos de la boleada y, bueno, los cien de sus Águilas que perdieron el domingo. ¡Ya cámbiele a un equipo que sí gane!”.
El Senador, sumamente molesto, dobla el periódico echándoselo debajo de la axila. Saca de su bolsa un clip con un sin fin de dólares. Dándose cuenta de su error y un tanto nervioso, voltea hacia todos lados asegurándose de que nadie lo haya visto, guardándolo de nuevo. Del otro bolsillo saca una elegante cartera de marca. Separa un billete de cien y otro de veinte y se los entrega al bolero. Éste se persigna con los billetes al tiempo que le da las gracias. “Mañana juegan mis Pumas por si quiere”.
El Senador se despide de Paco mirándolo con desprecio y se aleja caminando con Calixto. Paco le grita “¡Don! Déjeme “El Informe Madelman” que no lo he leído. ¡No sea gacho!”. El Senador molesto se gira y le deja esa sección del periódico que acababa de terminar. Paco se quita una gorra con un logotipo de Banco Capital, se limpia el sudor de la frente y sonríe mostrando varios espacios vacíos entre los dientes.
-“Esa columna, ‘El Informe Madelman’ ya me está cansando. Este tipo tiene muy claro como pasan las cosas, y no se de donde las saca. Hechos, fechas, nombres, secuencias, todo lo tiene muy claro. Y peor aún, ese lenguaje rebuscado del periodista antiguo se va perdiendo. Este tipo escribe claro y sencillo. Ya ves, cualquiera lo lee.” Comenta el senador Macario señalando a Paco el bolero. “La Raza lee siempre la columna, se la pasan cuando terminan de leerla. Se dan cuenta de más cosas. Cada vez hay que ser más creativos para verles la cara a estos pendejos. Difícilmente de este periodicazo la libra nuestro proyectito” –comenta el Senador a su secretario.
-“No se me agüite Senador. Esto se resuelve como todo, con unos foquitos de alumbrado público por aquí y unas bancas de parque por allá. ¿De cuantas así no hemos salido?”. Contesta Calixto, el secretario.
-“Esta ya se nos apestó. El incidente del Casino Royale pone el reflector en la ley de juegos. Van a querer revisarla y recortar concesiones. Mira, este güey del Informe Madelman menciona perfectamente hasta implicados” comenta mientras señala el periódico.
-“¡Pero ese fue el regalito del sexenio! Con esa se iba a jubilar Senador! ¿A poco hay que ceder con algo tan grande? A demás usted lo dijo, todos están embarrados ahí, no le conviene a nadie.”
-“Pues hay que buscar otras concesiones, privatizaciones o subrogaciones. Otro huequito de la ley, uno que nadie esté viendo. Hay muchos. Vamos a tener que enfriar casinos un par de añitos. Sacrificamos al primer idiota espantado que salga corriendo del país y luego le seguimos. Total, siempre el que corre es el que se robo la cartera… ¿no? Ya veremos que otro negocito vamos agarrando. Ahorita no quieres estar en casinos Calixto.” Susurra el senador mientras le da una palmadita en el cachete. Siguen caminando. “¿Cómo ves armas? Si la cosa sigue así, todos van a querer su pistolita en la casa y su rifle en el rancho. ¡Ya ves cuantas camionetas blindadas hay en México! ¡Ese negocio se nos fue! Piénsale Calixto… Piénsale” dice el Senador. Se alejan y se meten a la sede de la Cámara de Senadores.
Referencias / #Recordación:
Santuario de los Mártires: http://impreso.milenio.com/node/8039153
Casinos: http://www.reforma.com/nacional/articulo/623/1244069/
Derechos Reservados© Rodrigo Llop 2010
Cualquier semejanza con la realidad es Puritititita coincidencia!!!
Publicado por: Un Mexa Conciente | septiembre 06, 2011 en 09:44 a.m.
Surrealista lo que sucede, pero en unas semanas nos olvidaremos también de esto. Yo solo escribo una historia con la realidad que leemos en las noticias. Las referencias están ahi. Saludos!
Publicado por: El Informe Madelman | septiembre 06, 2011 en 06:08 p.m.
¡Caray! Con el Senador Macario Simón ya no importa que se haya muerto Artemio Cruz. Ya en serio, ¡me encantó! ¡por favor síguele!
Publicado por: Marco González | septiembre 13, 2011 en 10:31 a.m.
¡Gracias! Lo divertido es que los personajes no los creo yo. Simplemente hay que ver las noticias, leer los periódicos y ver el canal del congreso algunos minutos (no muchos) y entonces se hace una compilación de todo lo visto en un individuo. Falta más de esta novela blog...
Publicado por: El Informe Madelman | septiembre 13, 2011 en 11:58 p.m.