Sábado 11 de la noche. La gente baila, bebe y se divierte en el Colegio de las Vizcaínas. La humilde boda, de humilde no tiene nada. El chef más reconocido de México sirve el banquete, pero no es lo suficientemente bueno para la repostería, por lo cual se toman la molestia de volar, de Nueva York, a un reconocido pastelero; el sueño nupcial de la pareja refleja la inversa realidad del sueño de la mayor parte del país.
Más de 700 invitados, menos de 100 los verdaderamente cercanos o queridos; Todas las personalidades de la política se encuentran ahí. Los gobernadores de al menos cuatro estados, un sin fin de senadores y empresarios. Altos jerarcas de la Iglesia no podían faltar, oficiando la misa y disfrutando de las mejores bebidas y comida. Don Eduardo, con la diplomacia que lo caracteriza, saluda y felicita senador Simón. Macario le responde con un abrazo casi fraternal. Después de cruzar un par de palabras con él, se despide. El borracho senador continúa hablando con el gobernador con la mínima discreción algunos de los negocios apenas definidos junto con el Jocoque hace unos días sin darse cuenta de la presencia de Daniel.
-“Senador, gobernador, ¿pueden juntarse para una foto? Es para la Revista ‘Quién’ .”
-“¡Para la revista que sea flaco! Ahorita, con el pedo que traigo, poso hasta para el TVyNovelas !” –responde con euforia el senador mientras ríe maquiavélicamente peinándose el bigote. Casi instantáneamente continúan platicando el par de borrachos. Daniel discretamente escucha la conversación. Hablan sobre las siguientes elecciones. Hablan sobre los libros que ellos sí leen o más bien, de los libros que ellos dirían que leen mientras comentan y se ríen de la infortunada pifia del candidato. Hablan sobre otros negocios, hablan incluso sobre algunas transacciones en instituciones financieras de corto, muy corto tiempo y de mínimos... casi nulos retornos en intereses. Bastante bastante raro, piensa Daniel, mientras de espalda a ellos toma una foto de los novios. Pareciera que en cada mesa en la que está un diputado, un edil, un senador o un alcalde se teje una historia. En esta ocasión, Daniel solo toma fotos de quien está sentado con quien... hablando... riendo. Ya servirán las fotos de algo en otra ocasión.
La apoteótica boda finalmente llega a su fin y, con ayuda de Alex y tras ir rebotando todo el camino en el asiento trasero del Mercedes Benz, llegan a la casa del senador. Es tan tarde que ya es de día. Tan temprano, a la vez, que incluso el periódico ya está en la puerta. El senador, con la corbata en la cabeza y confeti en los calzones salta el periódico. Poco antes llegar a las escaleras cae mientras suelta una carcajada. Alex se toma un minuto para recoger el diario. Deposita al senador en su cama, sale de la habitación y al tiempo que entra a la cocina para encender la cafetera. Abre el periódico y deja en la mesa la sección de El Informe Madelman que hace apenas unas horas acababan de redactar. Burlona y arrogantemente sonríe. Cierra la puerta de un portazo esperando molestar al bulto de su jefe. Se va.
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Hola, me gusta la narrativa de tu novela.
Saludos
Publicado por: MAF | diciembre 13, 2011 en 09:25 a.m.
¡Gracias! Una novela periodística o periodismo novelesco. Una nueva forma de comunicar que propongo a través de un blog.
Publicado por: El Informe Madelman | diciembre 19, 2011 en 08:57 p.m.